Larga espera en los autobuses

El servicio de autobuses urbanos es una vergüenza por la frecuencia de paso de los autobuses. Dice el Ayuntamiento de Huelva (PP) que todo está bien y alguna vez al Grupo Municipal Socialista le escuché decir que el problema es la antigüedad de la flota de autobuses. Al resto, nunca les he escuchado nada al respecto. Se equivocan todos. Se nota que eso de coger autobuses queda para la plebe, que sufrimos cada día largas esperas en cada parada (a veces de entre 20 y 30 minutos), así como otra larga espera montados en el interior del autobús (a veces de entre 10 y 15 minutos) en las zonas de control de horario obligatorio.

De entre todos los políticos, puedo nombrar sólo a una persona a la que sí he visto frecuentemente en el autobús durante mi etapa universitaria, yendo yo al Campus del Carmen, y esta política a su casa, a eso de las dos y pico de la tarde. De esto hace ya unos diez años aproximadamente. Se trata de la actual de la portavoz y secretaria de la Ejecutiva Provincial del PSOE de Huelva, María José Rodríguez, que antes ha sido delegada de Innovación, Ciencia y Empresa de la Junta de Andalucía en Huelva y en aquella época era concejal socialista en el Ayuntamiento de la capital onubense. Al resto, nada de nada. Nunca los he visto en el autobús y se les nota.

El problema de nuestras líneas de autobuses es que prestan un servicio pseudopúblico. Al margen de otros problemas, que también citaré más adelante, lo más vergonzoso es que onubenses que utilizan el autobús para moverse por su ciudad sufran largas esperas apostados en paradas donde se llegan a agolpar decenas de personas que luego entran en un autobús como unas sardinas en una lata. No hay respeto ni por el tiempo de la gente ni por su comodidad.

 

Este autobús de la foto paró en la zona de control de horario obligatorio a las 11.03 horas del viernes de la semana pasada (18 de septiembre de 2009). A las 11.15 todavía estaba en la parada, sin conductor, pues hacen el relevo en el interior de un pequeño edificio, y dejando en la calle a las personas que esperaban a montarse y a los que están dentro, al menos con la puerta abierta trasera por si se quieren bajar. Esto se repite día a día. A esto hay que añadir que me había montado cuatro paradas atrás a las 11.54 y había llegado a la misma a las 10.41. A las 11.15 decidí bajarme del autobús porque si no no me daba tiempo de llegar a las 11.30 al Colegio San Fernando, hacia donde me dirigía. Cogí un taxi que estaba en una parada próxima a las 11.17 y el autobús aún seguí con la puerta delantera cerrada y la gente en la calle. ¿Es de vergüenza o no es de vergüenza? Porque yo echo el mismo tiempo prácticamente para moverme por esta ciudad de 150.000 habitantes que cuando lo he hecho en Madrid (en el metro).

La frecuencia de paso es fundamental para que el servicio sea eficaz. Que una persona tarde 45 minutos en llegar de una punta a otra a cuenta de las esperas en las paradas y en las zonas de control de horario obligatorio convierte al servicio que se presta, en términos coloquiles, en una mierda.

A esto habría que añadir que no existe la posibilidad de usar el mismo billete o bonubús en trasbordo, por lo que al bajar de un autobús y montar en otro hay que pagar de nuevo 90 céntimos o la cantidad inferior del bonobús.